
La profundización de la dependencia no tiene límites en Cambiemos, sólo basta recordar la propuesta de Patricia Bullrich de entregar Malvinas a cambio de vacunas o la iniciativa de Cornejo de separar a Mendoza de Nación. Los gestores del mayor endeudamiento del país con el FMI, ahora directamente proponen eliminar nuestra moneda nacional.
Macri y compañía vienen planteando la idea de que el país se desarrollará si vienen las inversiones extranjeras (que sólo profundizarán el saqueo y la dependencia) y que para que vengan esas inversiones es necesario realizar reformas (flexibilización laboral, etc).
En el terreno de la política cambiaria han machacado con la idea de que el principal causante de la inflación es la emisión y para reducir esa inflación hay que ajustar el gasto del Estado, es decir el tan mentado déficit fiscal. Ahora Cobos directamente propone dolarizar la economía, volviendo a las viejas recetas de cavallistas que hicieron implosionar a la Argentina en los 90.
De fondo Cambiemos plantea que el problema de la inflación son los sueldos y el gasto social, y por eso propone reformas laborales para eliminar derechos y ajuste fiscal para reducir el gasto. Dicho en otras palabras, ellos sostienen sínicamente que el problema del aumento de precios son las jubilaciones de 26 mil pesos o los sueldos promedio de $40 mil o los 7 mil pesos de la AUH.
La inflación esquilma los ya bajos ingresos y es un grave flagelo para el pueblo. Con aumentos que rondan entre el 3 y 4% mensual, Argentina alcanzará este año una inflación cercana al 50%. Es necesario abordar las causas del mismo y desarrollar políticas que enfrenten en un corto plazo este drama.
Falsas teorías que ocultan los intereses que las sostienen
El drama de la inflación no es la emisión en sí, la emisión es inflacionaria cuando no está destina a la producción y al consumo. La inflación es multicausal, como le gusta decir a los economistas, tiene causas coyunturales y estructurales que los analistas liberales esconden. Entre las verdaderas raíces de este problema se puede mencionar:
1. El principal déficit de nuestra economía hoy lo representa los pagos por la deuda externa. Esos fondos que se van al exterior, junto con la fuga de capitales y la política especulativa, son una de las principales sangrías de la economía nacional.
Sólo para comparar el “préstamo” del FMI por 44 mil millones de dólares, representa todo un presupuesto nacional, o 44 presupuestas de salud, o 22 de educación o un plan de 2 millones de viviendas. Históricamente Argentina viene pagado en promedio 10 mil millones de dólares en concepto de intereses y capitales por la deuda. Este año solo al FMI se le terminarán pagando 4.400 millones de dólares y el año que viene vencen 20 mil millones de dólares, casi la mitad de las reservas nacionales.
Mientras Macri hipotecaba al país, se fugaron en ese periodo 55.735 millones de dólares, el 44% de ese total lo hicieron 100 grandes empresas. En promedio en Argentina se fugan cerca de 20 mil millones de dólares anuales hacía paraísos fiscales, no solo del Caribe sino de Europa.
Otro hueco o déficit lo representa el gigantesco negociado que están haciendo los bancos con las LELIQ (Letras de Liquidación del Banco Central), esa timba financiera que pagamos todos los argentinos, está esfumando cerca de cien mil millones de pesos al mes, casi el doble que el año pasado. Solo este año los intereses acumulados por estas letras alcanzaron un billón de pesos, es decir casi un 10% de nuestro presupuesto nacional. Esta especie de bonos es una de las principales causas de del aumento de la masa monetaria, que está destinada centralmente al proceso especulativo.
A diferencia de los salarios y jubilaciones, cuando el Estado emite pesos para comprar dólares para pagar la deuda ilegitima o permitir la fuga de capitales o que los monopolios remitan sus ganancias al exterior; esos pesos generados se fugan del país sin ningún impacto positivo en la economía nacional. Ese déficit al aumentar la circulación y destinarla al saqueo y la especulación, constituye una de las principales causas de la inflación y es un verdadero cáncer para la economía.
2. Por otra parte, la estructura de dependencia de nuestro país impide o traba el desarrollo de la industria nacional y estimula una industria condicionada o del ensamble, donde la mayor parte de los componentes del producto final son importados. Basta pensar en la producción tecnológica, maquinaria, herramientas, insumos agrícolas, etc. Por ejemplo, se calcula que en la industria automotriz el 70% de sus componentes son importados, generando un déficit anual de 6 mil millones de dólares. Surge la contradicción que mientras más se produce más se importa, es decir más dólares se necesitan.
3. Por último, Cobos no dice nada del papel de los grandes monopolios que controlan la economía nacional, los grandes formadores de precios. En el sector de alimentos 18 fabricantes de un total de 260 componen el 60% del mercado y en el de bebidas 15 fabricantes de un total de 164 componen el 80% del mercado. Otro ejemplo lo representa el comercio de granos, en donde las 10 principales empresas concentran el 90% de las exportaciones, siendo la mayoría extranjeras. ¿cómo puede ser que el precio de la carne que se cría en nuestro suelo este determinado por la cotización en el mercado de China o Europa?
No es sólo el monopolio de la producción y la comercialización, también pesa en esta estructura el monopolio sobre la tierra, que traba el desarrollo de la producción agrícola en perspectivas de las necesidades nacionales, y eleva el costo de la producción de alimentos trasladando esa renta a la cadena de comercialización. Solo como ejemplo el 2% de los grandes terratenientes, acaparan el 50% de la tierra en Argentina y obtienen, por una posesión que tiene sus orígenes en la apropiación y conquista de territorio, una renta equiparable o superior a la ganancia de los productores.
La necesidad de una reforma monetaria
Fiel a las nociones ultraliberales de Cambiemos, Cobos ubica el problema en los que las consecuencias y no en sus verdaderos responsables. Su propuesta solo profundizará la dependencia eliminando una de las bases de los Estados Nacionales que es controlar su propia moneda. Las consecuencias de atar el peso al dólar ya lo hemos vivido con el nefasto plan de Convertibilidad de Cavallo que terminó en la crisis del 2001, incrementando la deuda externa, liquidando la industria nacional y haciendo crecer la pobreza y el desempleo. Basta ver como terminó Ecuador con este experimento o el proceso de transformación en colonia de algunos países caribeños atados a la moneda norteamericana.
Sin embargo, el problema no es mantener una moneda nacional devaluada y condicionada por el mercado externo que continúa permitiendo que ganen los grandes y pierda el pueblo. Es imprescindible avanzar en una reforma monetaria y medidas políticas que aborden las causas del verdadero problema. Avanzar en una política monetaria que no esté atada a la presión del dólar o el yúan, que impida la especulación y ataque las prácticas monopólicas, y tenga como objetivo impulsar la producción nacional para satisfacer las necesidades del pueblo.
Para terminar con la inflación sin ajustar al pueblo es necesario atacar las causas del problema en sus distintos planos: por una parte, terminar con los déficits especulativos y el saqueo monetario (investigar y suspender la deuda externa ilegitima y fraudulenta; impedir la fuga de capitales; terminar con la timba financiera de las Leliqs). Por otra parte, medidas de que enfrenten el control monopólico de la producción y comercialización, sobre todo de los productos de la canasta alimentaria, y desarrollen la industria nacional. (Juntas reguladoras, control del comercio exterior, nacionalización de empresas estratégicas como Vicentín). Y por último una reforma monetaria que garantice el valor del peso y lo desacople de la presión del mercado externo y este articulado con una profunda reforma tributaria que termine con la estructura impositiva regresiva y avance en impuestos progresivos hacía los monopolios, el gran capital y los grandes terratenientes como viene proponiendo el partido en sus 10 medidas.
Algunas de estas medidas son de corto o mediano plazo pero el tema es hacer un cambio de rumbo que enfrente los planes de entrega brutal de Cambiemos y adopte medidas que impidan que la crisis se siga descargando en el pueblo. Y en esta situación no hay espacio para medidas de medias tintas, sino que se requieren cambios profundos. En definitiva, la inflación no es un problema centralmente económico, sino centralmente político.
Los agoreros de las clases dominantes dirán que si se adoptan estas medidas, “se irán las inversiones”, “nos quedaremos sin crédito”, “el país se caerá del mundo”, etc. Vale la pena recordar que en un día el Congreso Nacional votó la suspensión del pago de la deuda externa y esta medida (tan negada) fue uno de los pilares para recuperar nuestra economía luego de la crisis del 2001.
En un sentido se podría decir que ojalá se vayan las “inversiones” que saquean nuestras riquezas, explotan nuestro trabajo y refuerzan la dependencia; el punto en todo caso, sería preparar un plan de sustitución de importaciones y desarrollo agropecuario que permita avanzar en una verdadera independencia economía y en una plena soberanía política, en un país que tiene todos los recursos necesarios. Medidas de este carácter que marquen un punto de inflexión, no solo permitirán enfrentar el drama de la inflación, sino abrir un camino para un verdadero desarrollo nacional.
Para avanzar en este camino es necesario debatir las nefastas ideas que la derecha liberal muestra como una verdad revelada, mostrar un camino para enfrentar los flagelos que sufre el pueblo y, sobre todo, alimentar un verdadero movimiento nacional y popular que ubique que la concreción de estas medidas no se realizará al margen de la lucha en la calle. Como dicen, si el pueblo se hace oír, será posible.
Facundo Guerra


